Un estudio reciente, publicado en la revista The Lancet Public Health, señala que este fenómeno se ha convertido en «el principal factor de riesgo de tuberculosis en la región». Según el reporte, en 2019, cerca de un tercio (27.2 %) de los nuevos casos de tuberculosis en Argentina, Brasil, Colombia, El Salvador, México y Perú se relacionaron con el encarcelamiento.
Este porcentaje supera otros factores de riesgo, como el VIH, los trastornos por consumo excesivo de alcohol y la malnutrición. La investigación fue realizada por la Fundación Oswaldo Cruz de Brasil (Fiocruz) en colaboración con instituciones de varios países, y concluyó que las tasas de tuberculosis son «26 veces más altas entre los presos que en la población general».
Las condiciones en las que viven los reclusos contribuyen a la propagación de la enfermedad. El hacinamiento, la mala ventilación, la desnutrición y el acceso limitado a la atención médica son factores que facilitan la transmisión y el avance de la tuberculosis en las prisiones. Los autores del estudio advirtieron que, si se redujera en un 50 % el ingreso a prisión y la duración de las penas de manera gradual para 2034, la incidencia de la tuberculosis podría disminuir en más del 10 % en los países analizados, excepto en México.