Cientos de madres buscadoras acudieron al rancho Izaguirre, ubicado en Teuchitlán, Jalisco, con la esperanza de encontrar algún indicio que le dé fin a la incertidumbre de saber dónde están sus hijos, sin embargo, al llegar encontraron piezas limpias, “barridas”.
Ya no hay nada, no nos dicen nada porque no hay una persona encargada del predio”, afirmó Catalina Míreles Romero, madre de una joven desaparecida en 2015, quien viajó desde Lagos de Moreno con la esperanza de revisar las prendas y calzado que se encontraron en el rancho Izaguirre.
Pero ella y el resto de madres y padres buscadores que acudieron a la invitación de las autoridades de ingresar a la escena del crimen, no encontraron ni ropa ni zapatos, ni accesorios ni ninguno de los indicios que se hicieron públicos el 8 de marzo.
“Esto fue una burla para todas las madres que venimos ahorita, porque no se vale que jueguen con nosotros. Yo vengo de Lagos de Moreno, muchas vienen del Estado de México, no se vale que jueguen con nuestro dolor porque las autoridades necesitan tener una persona desparecida para que se pongan a trabajar”, indicó.
Ana Rosa Vázquez Arceo reclamó que nadie les dice “absolutamente nada”y la ausencia de una autoridad que les dé información sobre la investigación en curso y la desaparición de las evidencias.
Alguien que nos dijera ‘sabe que señora esto y acá’, nadie, una burla, no se vale. A eso veníamos porque supuestamente había ropa, mochilas, no había ni madre…una burla, una mentada de madre”, indicó.