Un hombre de Georgia acusado de matar a ocho mujeres, la mayoría de ascendencia asiática en tres negocios de masajes en el área de Atlanta, se declaró culpable el pasado martes de las primeras cuatro muertes a disparos y lo condenaron a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional.
Robert Aaron Long, de 22 años, aún enfrenta la pena de muerte si lo declaran culpable de las otras cuatro muertes a disparos, casos que están siendo procesados en otro condado.
Su serie de ataques en tres negocios diferentes en marzo causó indignación nacional y alimentó el temor entre los estadounidenses de origen asiático, que ya enfrentaban una creciente hostilidad en esos momentos en relación con la pandemia de coronavirus. Muchos se sintieron particularmente agraviados cuando las autoridades sugirieron que los crímenes de Long no estaban motivados por racismo, sino por una “adicción al sexo”, algo que las normas estadounidenses no reconocen oficialmente como un trastorno.
En comentarios que seguramente enfurecerán aún más a los indignados por el aparente ataque de Long contra las mujeres asiáticas, una fiscal reiteró el martes que los investigadores del condado de Cherokee no vieron evidencia de prejuicio racial. “Este no fue ningún tipo de crimen de odio”, dijo la fiscal de distrito Shannon Wallace.
Esa opinión contrasta con la manera en que los delitos de odio cometidos por Long, que es blanco, serán procesados a unos kilómetros de distancia en relación con las otras cuatro muertes, cometidas en Atlanta.
En Atlanta, Long podría ser condenado a muerte si es declarado culpable de las cuatro muertes. Allí también enfrenta cargos de terrorismo interno además de los de asesinato. Los fiscales han dicho que buscarán que esos homicidios sean catalogados como crímenes de odio.